El paciente puede sentir temor y preocupación ante lo desconocido, así como una profunda tristeza por la pérdida de su salud y la idea de separarse de sus seres queridos. También es posible que perciba falta de control sobre su cuerpo y su vida, lo que puede generar frustración y desesperanza. Por otro lado, los seres queridos pueden experimentar una combinación de emociones abrumadoras: una tristeza intensa al enfrentarse a la inminente pérdida de un ser querido, un profundo dolor anticipado, incluso impotencia al no poder hacer mucho para aliviar el sufrimiento del enfermo. Además, pueden comenzar a advertir una gran carga emocional y física al cuidar y brindar apoyo durante esta etapa.
Duelo por muerte
Cuando llega la pérdida de un ser querido, se experimenta como si se hubiera perdido una parte de nuestra propia vida y se percibe como un reflejo de nuestra propia mortalidad. Estas experiencias son más intensas cuando existen lazos estrechos con la persona fallecida o la pérdida en cuestión. Sin embargo, es importante tener en cuenta que las respuestas emocionales ante una pérdida afectiva están influenciadas por aspectos culturales y religiosos (Camps y Sánchez, 2007).
Inicio del proceso de duelo
De manera progresiva, se empieza a establecer una conexión con la realidad y a reconocer los hechos relacionados con la muerte del ser querido, lo cual marca el inicio del proceso de duelo. Todo se percibe con un sentimiento de extrañeza y transcurre rápidamente a través de los sentidos, aunque poco a poco se va aceptando la situación. Por esto, resulta fundamental permitir a las personas afectadas expresar lo que necesiten sobre el fallecido y sus emociones, así como establecer una rutina de apoyo y supervisión que promueva su salud y facilite una reintegración gradual a la vida diaria, sin afanes ni presiones (Prieto, 2018).
Gestionar el duelo
En el proceso de duelo por una muerte repentina, es importante permitirse expresar las emociones y contar con el apoyo de seres queridos. Además de no hacer preguntas sobre la posibilidad de evitar el fallecimiento, pues ya ha ocurrido y lo importante ahora es asumir y aceptar la realidad. Hay que permitirse sentir el dolor de la pérdida y comenzar el proceso de duelo de manera natural junto a la familia y amigos (Prieto, 2018).
