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Foto del escritorJoslid Salazar Prema Sai

Kawéskar, Selk-nam... Pueblos Australes exhibidos en Zoológicos Humanos.


Los kawéskar son un pueblo originario de la zona Austral de Chile y Argentina. Hasta mediados del siglo XX eran nómadas que recorrían en canoas los canales australes de la Patagonia occidental, entre el golfo de Penas y el Estrecho de Magallanes por los canales y fiordos en que se quiebra el paisaje austral.



Siempre arriba de su hallef (canoa), recorriendo lugares donde hubiera abundancia de mariscos o donde se pudiera cazar lobos marinos o huemules.

Agrupados en pequeñas bandas, éstas sólo se reunían con ocasión de una ballena varada o de alguna caza excepcionalmente abundante. La grasa animal era parte fundamental de su dieta alimenticia, que se complementaba con el consumo de mariscos recogidos por las mujeres.


La unidad base es la familia, las cuales se desplazaban solas en su canoa en búsqueda de alimento. Ocasionalmente se agrupaban dos o tres familias para tareas específicas. Cuando estaban en tierra hacían una choza muy liviana con armadura de madera, roble o canelo, la que era cubierta con pieles de lobo marino o nutria.


La canoa era la pieza más importante y apreciada de su patrimonio material. Era fabricada con cortezas, preferentemente de coigüe. Su longitud era variable, entre 8 o 9 metros, y en ella podía acomodarse una familia. La canoa era además de un medio de transporte una verdadera vivienda flotante, pues en ella pasaban buena parte del tiempo. En el siglo XX y por influencia de los loberos chilotes, empezaron a construir canoas de un tronco ahuecado, a semejanza de los bongos de Chiloé.


Supuestas creencias que les atribuyeron

Se dice que creían en un ser bueno, Alep-láyp o según otros Arca kercis, un espíritu al cual le daban gracias cuando a causa de un naufragio recibían copioso alimento y herramientas de fierro o cuando una ballena se varaba en una playa a morir. Otros seres en los que creían son Ayayema, el espíritu del caos; Kawtcho, el espíritu rondador de la noche; y Mwomo, espíritu del ruido, que produce las avalanchas de nieve. Estos nombres sin embargo son desmentidos posteriormente por los kawésqar, pues vienen de Martín Gusinde, quien se empeñó en buscar estos espíritus o deidades para evidenciar el alma dentro de los indígenas a los que salvar. Los kawésqar por otro lado sí son animistas, y tienen un amplio sentido del mundo natural en el que viven; tienen su propio origen del mundo y se conectan a sus ancestros mientras navegan o recorren su territorio o Kawésqar Wǽs.


Historiadores

En los primeros encuentros que se produjeron, los colonizadores encontraron indígenas que los recibieron amistosamente, les compartieron sus secretos de supervivencia, y socorrieron a las personas heridas que encontraban a su paso, a los marinos que naufragaban o se hallaban extraviados. En aquella época, el grupo Selk’nam ya estaba advertido del peligro que se avecinaba, por su diosa Luna (Kreeh) y por algunos esporádicos y fatales encuentros previos con los primeros exploradores. Es sabido que el pueblo Selk’nam poseía una compleja organización social, basada en el sistema cosmogónico que los regía. Era habitual encontrar a los hombres en sus chozas, dedicados a preparar sus armas de caza, a curtir las pieles de guanaco frente a una fogata o a acicalar sus cuerpos con pigmentos preparados con tierras y plantas que molían para convertirlas en pinturas rojas, blancas y negras, siendo las mujeres quienes cuidaban a niños(as) y ancianos(as). Los niños y niñas se dedicaban a jugar a la cacería, a encarnar a algún espíritu del Hain o imitar a los chamanes en sus cantos. Todo se regía por leyes naturales, la vida y la muerte eran recibidas como un regalo de los espíritus que les sonreían para privilegiar sus existencias con el preciado calor del Sol (Krren). (Chapman 1985 y 1991; Gusinde 1991; Bridges 2010; Cattaneo 2004).

En 1930, por ejemplo, ya no existían los profetas y la Ceremonia del Hain, se realizaba con menos frecuencia debido a la reducción de la población y a la usurpación de sus tierras. Cuando se iniciaba a los jóvenes a temprana edad y como parte de las reglas enseñadas en el Hain, se prohibía estrictamente la relación con el hombre blanco: «En el Hain de 1923, Halimink, uno de los consejeros, también advirtió a su hijo Klóketen: Nunca trabes relaciones con los blancos.» (citado en Chapman 1985, 162).


El contacto con el nuevo mundo

Los primeros europeos que tomaron contacto con los kawésqar fueron los españoles de la expedición de García Jofre de Loaísa, quienes el 22 de abril de 1526 en el extremo occidental del estrecho de Magallanes vieron en la costa sur a indígenas presumiblemente kawéskar:​

Esos indios blandían tizones y algunos de nosotros pensaron que iban a incendiar las naves. No se atrevieron a avanzar y no pudimos perseguirlos en chalupa porque nos dejaban atrás con sus canoas.

A fines del siglo XVIII comenzaron a llegar a la zona una gran cantidad de barcos balleneros y loberos, especialmente de nacionalidad inglesa y estadounidense. A contar de esta época empezaron a contraer las enfermedades que pronto los llevarían a su declinación numérica.

Los europeos, desde su primer contacto, consideraron a los indígenas patagónicos como salvajes dignos de estudio fueron cazados como animales –los terratenientes pagaban una libra por oreja de cada selknam. A partir de 1871 comenzó la exhibición de indígenas vivos en ciudades europeas y norteamericanas, costumbre que cesó a comienzos del siglo XX. Familias completas de las etnias kawésqar, yagán, selknam y mapuche fueron exhibidas en Francia, Inglaterra, Bélgica y Alemania. Llegaban por encargo de sociedades científicas y por comerciantes que lucraban con su exhibición para un público ávido de las "novedades" del Nuevo Mundo.

Donde eran exhibidos en zoológicos del Viejo Continente como atracción.

Los viajes duraban entre 4 y 6 meses y en ellos los indígenas solían enfermar y morir.


Estos hechos se detallan en el libro de Christian Báez y Peter Mason Zoológicos Humanos.​

tras su muerte "Casi inmediatamente, los científicos disecaban el cadáver o lo descarnaban para dejar limpio el esqueleto, que pasaba a engrosar las colecciones de los departamentos de anatomía humana de museos e instituciones. Es curioso ver como, al medir el cráneo o pesar los cerebros, los médicos se sorprendían porque las dimensiones de los 'salvajes' eran exactamente las mismas que las de los europeos…".

Portada del libro Zoológicos Humanos.

Solo en Alemania, hasta los años 30, hubo unas 400 exposiciones de humanos, y la mayor fue organizada en 1874 por Hagenbeck.

"Él tuvo la idea de suministrar no solo animales a los zoológicos, sino también personas. La gente estaba entusiasmada, porque no tenían televisor ni fotos a color, con lo cual tampoco una imagen de gente de países lejanos", explicó Dreesbach.

El empresario alemán hacía aparecer a los inuit con renos, y a los indígenas de la Patagonia los hacía habitar en campamentos.


Selknam, mostrados en París 1889.

El caso Hagenbeck y los Zoológicos humanos

En cuanto a Hagenbeck. el cual da el nombre al que es hoy, Tierpark el zoológico de Hamburgo, y que es administrado por sus descendientes. Un personaje controvertido en el país germano:

"Fue un próspero empresario alemán, hijo de un comerciante de pieles y animales exóticos, que desde muy pequeño se familiarizó con los animales salvajes. En su época fue el primero que exhibió a los animales en espacios abiertos que trataban de reproducir su hábitat natural y en los que en teoría se movían en semilibertad. Esa es la razón por la que el zoológico de Hamburgo, su ciudad natal, lleva su nombre".


Sin embargo, "Hagenbeck tiene un lado muy oscuro al ser también el inventor de los zoológicos humanos, un negocio con el que se hizo inmensamente rico. En 1874 exhibió por vez primera a un grupo de Lapones que causaron sensación entre el público donde recabó suntuosas sumas de dinero, por lo que repitió la experiencia una y otra vez con pueblos traídos de todo el mundo".

"Estos seres humanos iban de ciudad en ciudad, y tan pronto eran encerrados en jaulas y presentados como peligrosos caníbales, como se construían chozas de cartón piedra para tratar de escenificar sus poblados. Se trata de un período vergonzoso de la historia de la humanidad y algunos países, como Francia, ya han pedido perdón por su trágico pasado colonial".

"Es lamentable que el zoológico aún lleve el nombre de este señor", comentó el cineasta Hans Mülchi.


Kawésqar en Berlín, 1881.

En tanto, la propia entidad se defiende.
Las personas expuestas "trabajaban para Hagenbeck como actores, con contratos y sueldo, lo que hoy podría compararse con artistas de circo", aseguró la empresa. Dicen en un comunicado:
"Carl Hagenbeck no fue ni el inventor de las exposiciones de humanos, ni tampoco el único empresario en este rubro. Hubo muchas exposiciones de todo tipo en el último tercio del siglo 19 y a comienzos del siglo 20 en las grandes ciudades europeas".

Para validarse, tenía un estrecho contacto con el entonces presidente de la Sociedad Berlinesa de Antropología, Rudolf Virchow, cuyo nombre también lleva un hospital de la ciudad germana.

"Las personas que fueron exhibidas en los zoológicos humanos de Europa ignoraban completamente su destino y las penalidades que les iban a suceder", "Los once Kawésqar presentados como animales salvajes en el jardín de aclimatación de París en septiembre de 1881, fueron directamente raptados de los canales magallánicos por los hombres de Hagenbeck. Por supuesto; no firmaron ningún contrato, ni obtuvieron ninguna remuneración por parte de los promotores del 'espectáculo".


Mujer y niña kawésqar en París, 1881.

"El 30 de septiembre de 1881 moría en el jardín zoológico de París una niña kawésqar de tan solo dos años y medio de edad. Había sido raptada junto con su familia y llevada a Europa para ser exhibida como si fuera un animal salvaje. No pudo soportar las duras condiciones de vida y hacinamiento y murió en brazos de su mamá", escribió el español Josè Luis Alonso Marchante.

Y añadió: "Esta fotografía de Pierre Petit, se tomó solo unos días antes de su muerte, cuando la enfermedad ya había hecho estragos en su pequeño cuerpo. La niña fue enterrada en un rincón del jardín y unos días más tarde todo el grupo fue trasladado a Alemania en un vagón de ganado. Cuando terminó esta infernal gira, solamente sobrevivieron 4 kawésqar del grupo inicial de 11 personas".

"En lugar de devolverlos a su tierra, los kawésqar fueron entregados a los misioneros anglicanos de Ushuaia, territorio yagán, donde no tardarían en morir a causa de las epidemias propagadas en la misión. Una trágica historia que todavía espera el reconocimiento y el perdón oficial"

Fueguinos en la exposición salesiana de Genova, 1892.

Genocidio Cultural

1. Evangelización

A fines del siglo XIX, misioneros salesianos obtuvieron la concesión de la isla Dawson, donde establecieron una misión con el propósito de evangelizar y “proteger y cuidar” a los indígenas de la zona. Con ello comenzó el proceso de transformación de su vida nómada en sedentaria y el cambio de sus hábitos ancestrales, como la vestimenta, dejando de usar el aceite de lobo marino y la capa que los protegía del agua de la lluvia y del frío, debiendo usar ropa occidental, la que al estar permanentemente húmeda les trajo nuevas enfermedades. En 1900 se estimaba una población de 1000 kawésqar, que para 1924 había descendido a 250.

Selk'nam en la exposición de Buenos Aires, 1898.

En Reflexiones en torno a Tierras Magallánicas (1933) de Alberto De Agostini

Frente a este tema es posible encontrar también las declaraciones de San Juan Bosco, citadas en este documento, que ejemplifican el discurso eurocéntrico de los misioneros en la evangelización de la Patagonia:


Solo a la Iglesia Católica le está reservado el honor de amansar la ferocidad de esos salvajes. Para alcanzar tan noble fin, se ha convenido con el inmortal Pío IX y con el eximio Metropolitano argentino el plan siguiente: Fundar colegios y hospicios en las principales ciudades de los confines, y rodear, por así decirlo, con estas fortalezas la Patagonia, recoger a los jovencitos indígenas en esos asilos de paz y caridad, atraer principalmente a los hijos de los bárbaros o semibárbaros, e instruirlos, educarlos cristianamente; y luego, por su medio y con ellos, penetrar en aquellas regiones inhóspitas para llevar y difundir la luz del Evangelio, y abrir así la fuente de la verdadera civilización y del verdadero progreso.» (Citado en Valdez 2011, 68).

El colonizador toma posesión de la tierra y de todo lo que hay en ella, pues para el América se puede considerar jurídicamente vacía, ya que no hay individuos que la habiten. Para la mirada eurocéntrica del colonizador, el(la) indio(a) es objeto y no sujeto. Incluso, al evangelizar a los indígenas se les da un nuevo nombre cristiano, y evidentemente, dar un nombre equivale a tomar posesión: de una tierra, de un cuerpo, de un espacio cultural.

En cierta medida, la misión evangelizadora de Tierra del Fuego fue estratégicamente bien usada por el plan colonizador para sus fines de usurpación de la tierra, cultura, lengua e identidad y, por qué no decirlo, también de la vida. El misionero, que portaba consigo el mandato divino de convertir al (a la) salvaje y bárbaro en cristiano (a) y civilizado (a), estaba implantando, a su vez, la obediencia a la jerarquía, una dominación dialéctica impuesta al otro en forma de caridad, con el fin de alcanzar un tipo de vida civilizado y así acceder a los beneficios materiales y espirituales de la modernidad. Cuando se habla de dialéctica, se hace, guardando las distancias evidentes, desde el prisma de Hegel y su dialéctica del amo y del esclavo, también abordada por Sartre en el prefacio a Los condenados de la Tierra (1961) de Fanon.

Esta reflexión se centra en un film Tierras Magallánicas es un remontaje del documental precedente, Tierra del Fuego (1928), realizado por De Agostini en formato de 35 mm y con una duración de 60 minutos. Se registró entre los años 1910 y 1925 y se estrenó en el Teatro Municipal de Punta Arenas en noviembre de 1928. Grabado con intenciones de dejar claro lo salvajes que eran estos pueblos y la necesidad de domesticar estos pueblos para estos evangelizadores.

Dejando como conclusión lo siguiente:

Conclusiones

Las imágenes son construcciones, poseen el poder de transformar y alterar la realidad y su percepción, invaden la retina para quedarse ancladas allí por siempre o hasta que otra imagen más poderosa las reemplace. Resulta acertado decir que las imágenes participan activamente en la destrucción del ser humano, por ocultamiento de una verdad, disfraz de un suceso, así como lo hicieron en la Patagonia y el resto de los lugares colonizados del mundo. Sin embargo, el ¿Cómo participan? no resulta ser evidente, pues toda imagen es un relato que está siempre teñido de un pensamiento subyacente y es allí donde se debe poner especial atención: ¿Quién retrata/relata?


Experimentos sociales

En 1831 Charles Darwin inició su largo viaje alrededor del mundo a bordo del barco Beagle. Junto con él, viajaban tres jóvenes sudamericanos, que tendrían una importante influencia en el desarrollo de la teoría de la evolución.

Darwin consideraba a estos indígenas como "las criaturas más abyectas y miserables". Al oír a un fueguino hablar su idioma, Darwin comentó que "los gritos de los animales domésticos eran mucho más comprensibles".

A partir de diversos relatos que escuchó y no a través de una observación directa, Darwin llegó al convencimiento absoluto de que los nativos practicaban el canibalismo.

La visión de Darwin sobre los fueguinos refleja algunos de los prejuicios de su medio social e intelectual, por ejemplo, la tendencia a tildar a los pueblos indígenas (llamados también “primitivos” o “salvajes”) de infantiles o inocentes, y situarlos en un estadio de evolución muy inferior en relación a la sociedad occidental, asentada en la cima de la jerarquía cultural.

Otro concepto muy arraigado en el medio de Darwin era identificar la sociedad humana inicial con los pueblos "primitivos" contemporáneos.

Pero, ¿Cómo eran los pueblos "primitivos" que Darwin observó en Tierra del Fuego?

Los cuatro grupos étnicos australes eran principalmente nómadas. Los yaganes (también llamados yámanas) y los kawésqar (o alacalufes) vivían en canoas y se alimentaban de mariscos, carne de lobos marinos, focas y nutrias; los selk'nams (u onas) y los manek’enk (o haush) se dedicaban a la caza de aves, guanacos, zorros y roedores.

Las observaciones de Darwin sobre el canibalismo e idiomas fueron prontamente refutadas por el misionario anglicano Thomas Bridges, quien demostró que el idioma yagán contenía más de 32.000 palabras y una sintaxis más compleja que el griego antiguo, y que las ideas sobre el canibalismo se debían a un malentendido lingüístico.

Con ese propósito, los matriculó en una escuela de párvulos –St Mary’s Infant School de Walthamstow, un suburbio del norte de Londres– aún cuando los fueguinos tenían diez, quince y veintiséis años de edad aproximadamente.

En este recinto, aprendieron los rudimentos del cristianismo, el idioma inglés y modales de etiqueta. La extraordinaria metamorfosis de estos jóvenes producto del experimento 'civilizador' fue muy alabada por miembros de la sociedad aristocrática inglesa de esa época.

Darwin conoció a los fueguinos 'civilizados' poco antes de embarcarse en el Beagle desde el puerto de Plymouth.

A partir de sus extensas y detalladas observaciones durante el viaje y en Tierra del Fuego, Darwin llegó al convencimiento de que él, los fueguinos y todo ser viviente compartían un origen común.

Pero eso no quería decir que fueran iguales.

Jemmy Button, Fuegia Basket y York Minster fueron devueltos a su tierra natal a fines de 1833.

En la película Creation, los fueguinos se deshacen de sus vestimentas y corren a encontrarse con sus familias en el preciso momento en que sus pies tocan tierra, lo cual supuestamente comprueba el fracaso del experimento 'civilizador' en Londres.


3. Genocidio

Durante las expediciones mineras comenzaron los asesinatos múltiples de selknam. Uno de los líderes de estas expediciones fue el rumano Julio Popper, hijo de un rabino y formado en Inglaterra, luego nacionalizado argentino, conocido por sus enfrentamientos con los selknam, a los cuales en más de una oportunidad persiguió, mató y robó sus pertenencias para formar su propia colección de objetos, los cuales exhibió en un álbum fotográfico, incluyendo en ella una secuencia completa de un ataque perpetrado por él y su contingente de mercenarios con armas de fuego, hacia tolderías indígenas en San Sebastián.

Luego de sus incursiones, presentó una conferencia el 5 de marzo de 1887 en el Instituto geográfico Argentino de Buenos Aires, sobre sus exploraciones realizadas y sobre los encuentros que tuvo con los selknam, aquí se presenta parte de dichas declaraciones:

...Corríamos tras un guanaco cuando de pronto nos hallamos frente a unos ochenta indios que, pintada la cara de rojo y enteramente desnudos, se hallaban distribuidos detrás de pequeños matorrales. Apenas los vimos una lluvia de flechas cayó sobre nosotros clavándose en torno de nuestros caballos, sin ocasionar felizmente ningún daño. En un momento estuvimos desmontados, contestando con nuestros Winchester la agresión indígena. [...] Era combate raro. Mientras hacíamos fuego, los indios, echados de boca sobre el suelo dejaban de enviar sus flechas, pero apenas cesaban nuestros disparos, oíamos nuevamente el silbido de las flechas. Julio Popper, conferencia del 5 de marzo de 1887 en el Instituto Geográfico Argentino, en Buenos Aires

En relación a este relato, Magrassi, (1987), sostiene en su libro que Popper, junto con sus peones, se entretenían cazando selknam con escopetas y fusiles, fotografiándose con sus “piezas Cobradas

Mercenarios de Julio Popper disparando a selknams; delante yace el cadáver de un selknam

El rumano Julio Popper ya lo conocemos por sus correrías en pos de nuevas minas de oro. Se interesó por esta sangrienta ocupación cuando su empresa minera quedó estancada y quiso resarcirse de sus fracasos con un trabajo remunerativo al servicio de patrones cuyo vehemente anhelo era la eliminación de los aborígenes. Cuando los europeos hicieron su posición cada vez más insostenible, Popper recurrió al gobierno de Buenos Aires. Entre otras cosas, tuvo la osadía de defender con hábil charlatanería a los aborígenes, para distraer la atención de los graves cargos que se le imputaban por maltratar a sus peones, durante una conferencia pública que tuvo lugar el 27 de julio de 1891. En la misma oportunidad presentó, con espeluznantes detalles, un cuadro de las violaciones, ultrajes y asesinatos que fueron cometidos por la chusma europea. Es cierto que describió, sin tapujos, la realidad de aquellos horripilantes acontecimientos que clamaban al cielo, y también es cierta su defensa de los aborígenes: «La injusticia no está del lado de los indios... Los que hoy día atacan la propiedad ajena en aquel territorio, no son los onas, son los indios blancos, son los salvajes de las grandes metrópolis». ¡Qué graves palabras! A pesar de ellas, tuvo él considerable participación en la terrible calamidad de que «el dominio absoluto del indio Ona se ha convertido en recipiente de hombres arrojados de todos los países de Europa, en teatro del vandalismo de grupos de desertores, deportados y bandidos de todas las razas». No tuvo vergüenza de hacer fotografiar una matanza de indios durante la cual él, apuntando con su fusil, capitaneaba a sus malandrines con idénticas intenciones: en primer plano yace el cadáver de un hombre vencido, mientras que las armas se dirigen contra las mujeres y niños que huyen; él mismo observa la caída de los mortalmente heridos. El aspecto de este grupo causa estupor y espanto.


Ley estancada

José Luis Alonso Marchante destaca que Suiza devolvió a su comunidad los restos de los kawésqar, una historia narrada en el documental Calafate, zoológicos humanos de Hans Mülchi. Ello ocurrió en 2010, en una ceremonia encabezada por la entonces Presidenta Michelle Bachelet.

"Al recibirlos hoy, el Gobierno de Chile ha querido hacer público, en nombre de la nación, un claro mea culpa por la complicidad de las autoridades de aquellas épocas con estas expediciones infrahumanas o, cuando menos, por la desidia o lenidad frente a tales abusos", expresó la ex Mandataria en ese momento.

"Hoy lo que falta es la reparación y dignificar las condiciones de vida de los actuales Kawésqar", afirma Mülchi, quien destaca que el segundo Gobierno de Bachelet devolvió a la comunidad la isla de Englefield, en la comuna de Río Verde.

También en Argentina, el Museo de Historia Natural de La Plata lleva a cabo "una enérgica política" de restitución de los restos humanos.

A pesar de esto, Marchante lamenta que en Chile esté estancado desde hace tres años el proyecto de Ley de Reconocimiento del Genocidio de los Pueblos Originarios, presentado por la senadora Carolina Goic.

"Apenas se ha avanzado en la restitución de restos humanos a la que obligan las convenciones internacionales. Estoy convencido de que esta situación va a cambiar gracias a las presiones de la opinión pública que, cada vez más sensibilizada, quiere enfrentar este pasado repudiable para que nunca más se vuelva a repetir", concluye.


En la actualidad

Uno diría que los pueblos australes están en mejores condiciones, pero es decepcionante encontrarse con esta triste realidad...



¿Cuáles son los reclamos de los pueblos originarios en Argentina?

Las principales reivindicaciones por las que, en la actualidad, luchan los movimientos sociales indígenas son: el reconocimiento del derecho a la autonomía, la propiedad de la tierra y la reforma agraria; contra la discriminación, y por la protección de las culturas e idiomas indígenas.

¿Cuáles son los problemas de los pueblos originarios en la actualidad?

Con pocos avances y muchos retrocesos; los problemas principales son territoriales, la expulsión de sus tierras y destrucción del ambiente, deforestación, daños a la biodiversidad y a las Comunidades cuyo hábitat está en los montes y ríos, hoy contaminados.

Pobreza, falta de acceso a los servicios de salud o discriminación son algunos de los problemas que enfrentan los 15 millones de indígenas que viven en el país.

¿Qué reclaman los mapuches en Argentina? Las principales demandas pueden agruparse en cuatro categorías: la autonomía jurisdiccional (derecho propio),​ la recuperación de tierras ancestrales, libertad económico-productiva y el reconocimiento de una identidad cultural. En este sentido, se puede clasificar como un conflicto de autodeterminación indígena.

El actual conflicto entre el Estado de Chile y el pueblo mapuche tiene como eje la disputa por territorios indígenas, cuya pérdida significó destinar a las comunidades originarias a la pobreza. Además, la propiedad de éstos en manos de empresas extractivas ha implicado graves daños ambientales.

Protección de las tierras

¿Cuántos kawésqar hay en Chile? De acuerdo al censo de 2002, había 2622 personas en Chile que declaraban pertenecer al pueblo kawésqar. En el censo del año 2017, esta cifra ascendió a 3448 personas,​ y desde que Chile los reconociera por la Ley indígena 19.253 del año 1993, están organizados en 14 Comunidades Indígenas actualmente. Con un idioma que solo lo hablan 8 habitantes.


Editado e investigado por: Joslid Salazar


Notas: Atrocidades como estás no pueden volverse a repetir, ya es tiempo de tomar consciencia y colaborar a que se retomen las libertades y no es simplemente tirarlos a esas tierras como si de animales se tratase.

No se trata de mirarlo con odio y rencor, pero si como quién mira la verdadera historia que jamás te han contado.

Hagamos lo posible por respetarnos.




Bibliografía

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1件のコメント


Joslid Salazar Prema Sai
Joslid Salazar Prema Sai
2022年6月06日

Jamás me hubiese imaginado una historia tan atroz, Si escuche sobre estos pueblos en canoas que incluso había una historia de sus orígenes en el Norte de América, y que ya estaban extintos pero no narraron las razones... Uff cada vez que leía una y otro articulo me quedaba más estupefacta. En varias ocasiones derramé lagrimas. Para el lado de América donde nací esto nunca pasó. Nunca lo leí en ninguna enciclopedia escolar, ni nada por el estilo. Considero que es muy importante saberlo, sobre todo a esas personas que aún discriminan por raza, color, credo, nacionalidad, etc.

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