Dejar de romantizar la espiritualidad ayuda a tomarlo tal y como es, dura, cruel, cargada de realidad, que nos estrella de cabeza contra el asfaltado una y otra vez, que nos envía caos en el cual nos ahogamos en sus aguas y llena de dolor a quien no lo acepta como una transformación, confundidos por el malestar y dolor que esta causa; no es tan bonito cuando tienes que sentir toda esa ansiedad al llegar al extremo de algo que ya no aporta y que solo nos queda regresar al balance... Es el regreso lo que agota, lo que te deja sin energía, que a veces te hace pedir e implorar más voluntad, para emerger o al menos para aprender a bucear, donde solo el que es capaz de reconocerse también en la parte más oscura de su alma puede renacer y conocer la verdadera luz, que se ha confundido tanto con lo que deslumbra.
Las nuevas corrientes espirituales solo te alejan de lo que no quieres ver, te alejan de lo que está oculto en ti y eso, precisamente eso que aparta el dolor es lo que estancó tu crecimiento. Muchos lo llamarán masoquismo, pero no hay más masoquista que quien se queda en su zona de confort y ver como lo que no ha comprendido se repite una y otra vez mientras su vida se consume, que como consuelo para sí mismos... lo llaman destino.
Autor: P.G Paúl Gutiérrez
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