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¿Qué es el miedo y cómo superarlo? ¿Que se alimenta del miedo y cómo protegerse y limpiarlo?




El miedo es un sistema de alarma que se activa en el cerebro cuando detectamos una amenaza real, imaginaria, presente o futura. Nos prepara mental y psicológicamente para huir o luchar, y se trata de una respuesta adaptativa y útil, que forma parte de nuestro mecanismo de defensa y supervivencia.


El miedo nos permite afrontar y actuar ante situaciones adversas de forma rápida y efectiva. Por lo tanto, podemos decir que el miedo, en un principio, es positivo para los seres vivos. Sin embargo, a veces ocurre que percibimos amenazas en situaciones que no suponen un peligro real. Entonces el miedo se extiende a distintas áreas de la vida y deja de ser una reacción adaptativa para convertirse en algo patológico, en el caso de las fobias, o en un verdadero obstáculo que nos impide vivir con libertad.


El miedo y la inseguridad están relacionados y por lo general, se retroalimentan. El miedo nos hace sentir vulnerables, y esta vulnerabilidad crea inseguridad. A su vez, esa sensación de inseguridad incentiva el miedo, que puede aparecer con causas muy diversas.


Causas del miedo y la inseguridad


Las causas de estas emociones limitantes son principalmente dos:


por un lado, una situación de peligro

y por el otro, la falta de recursos para afrontar dicha situación.

En ambos casos, puede ser una percepción totalmente subjetiva o puede ser real. La primera opción es la más habitual en la mayoría de los casos, y generalmente hay una serie de características personales detrás de ello:


Baja autoestima o autoestima inestable. Cuando una persona tiene una mala valoración de sí misma o esa valoración varía según los acontecimientos del entorno.

Autoconcepto sesgado. El autoconcepto es el grupo de características que forman la imagen mental de lo que somos. Si esta imagen está distorsionada, la persona no es capaz de reconocer sus aptitudes y herramientas, y hacer uso de ellas.

Falta de confianza. Cuando la autoestima y el autoconcepto no están bien construidos, crece la inseguridad.

Pesimismo. La tendencia al pesimismo, es decir, observar la realidad de forma negativa, predispone a la ausencia de esperanza y, por lo tanto, a la inseguridad y el miedo.

La falta de confianza en uno mismo es una de las principales causas de la inseguridad. En muchos casos, el miedo a no ser capaz de afrontar una situación es infundado, y en el momento en el que toma el control puede seguir creciendo, a menos que lo enfrentemos. De lo contrario podemos terminar encerrándonos en nosotros mismos, desarrollando conductas evitativas que limitan nuestra vida. Esto puede tener graves consecuencias en el área personal, profesional o social, o como mínimo acarrear sentimientos de infelicidad, insatisfacción y frustración.


Cómo superar miedos e inseguridades

Estas son algunas pautas que pueden servir de ayuda para deshacerse de los miedos y de la inseguridad.


Reconocer y hablar del miedo

Aceptar nuestros miedos y limitaciones es el primer paso para poder superarlo. A menudo, intentamos ocultar esas inseguridades porque creemos que mostrar nuestra vulnerabilidad nos hace más débiles y frágiles. Pero es justo lo contrario. Reconocer que algo nos causa temor, es un acto de valor, y nos permite liberarnos de esa carga improductiva de tener que ocultarlo para aparentar algo que no somos. Todo el mundo tiene miedos, incluso las personas que parecen invencibles.


Salir de la zona de confort

Es desagradable, incómodo y puede dar mucho miedo, pero salir de vez en cuando de la zona de confort es fundamental para ir incrementando la autoconfianza. Se puede comenzar por pequeños retos y aumentar gradualmente hasta exponerse al miedo. Afrontar cara a cara esas situaciones que provocan temor o angustia es la única forma llegar a vencer nuestros miedos, ya sea conducir, hablar en público, hacer una entrevista de trabajo, etc.


Aceptar el fallo y el error

Uno de los mayores miedos de las personas es el de fracasar. Que las cosas no salgan como pensábamos. Equivocarnos. Sin embargo, el fracaso, igual que ocurre con el dolor, puede traer consigo importantes lecciones vitales con las que vamos a crecer como persona. Aceptar que fallar forma parte de la vida, y que hasta las personas más exitosas fracasan, aunque no lo muestren, puede resultar muy liberador, y ayudarnos a vivir con un menor nivel de autoexigencia.


Usa tu imaginación de forma positiva

La imaginación es algo maravilloso, sin embargo, puede acabar dañándote cuando no eres capaz de apartar tu atención de lo que temes, magnificando tus miedos y haciendo que la situación parezca mucho peor de lo que realmente es.


En lugar de dejar que tu imaginación permanezca en lo que te aterra, úsala para superar el miedo. ¿Cómo puedes hacerlo? Escoge un momento en el que estés calmado, cierra los ojos e imagínate una situación en la que normalmente tendrías miedo.


Por ejemplo: si tienes miedo a perderte en un edificio lleno de gente, imagínate que estás en un aeropuerto concurrido. Ahora, visualízate manejando la situación pacíficamente, sin congelarte ni entrar en pánico. En su lugar, vas a buscar el mostrador de información o una señal que te ayude a recuperar el sentido de la orientación para encontrar el camino correcto a la terminal desde la que sale tu vuelo.


La paz que experimentas en tu escenario imaginario puede ayudarte a superar la prueba real con más tranquilidad.


Acepta que fallaras

¿Cuál es el miedo número uno que tienen las personas cuando tratan de lograr sus objetivos? El fracaso. Pero como el dolor, el fracaso puede enseñarte. De hecho, es a menudo, mejor maestro que el éxito. Si aceptas desde el principio, que el fracaso es una parte inevitable del éxito, le tendrás menos miedo.


Todo el mundo fracasa: dueños de negocios exitosos, líderes mundiales, chefs, artistas, científicos y doctores. Nuestra sociedad rehúye hablar de fracaso, y en su lugar celebra los éxitos; esto crea la falsa impresión de que para ser verdaderamente exitoso nunca se debe fracasar. Pero parte de la superación del miedo es reconocer que todos los habitantes del planeta, incluidos los que conoces y admiras, han fracaso en algún momento de su vida.


Cuanto antes te des cuenta de que tu miedo al fracaso te impide tomar la decisión de cumplir tus sueños, antes podrás aceptar la posibilidad de fracasar y seguir adelante.


Existen entidades parásitas que se alimentan del miedo


Las energías negativas se alimentan por todos los pensamientos que se crean en la mente humana, que va llenos de emociones e intenciones negativas, la cantidad de energía termina creando formas parecidas a remolinos pero llenas de inteligencia y propósitos, que son seguir su propia supervivencia y se alimenta de los mismos tipos de energía que le dio origen.


Todos las energías puede ser positivas o negativas, éstas energías negativas generadas por una sola persona, pueden generar negatividad en otra o incluso a grupos de enteros de personas, estas entidades astrales se pueden encontrar en innumerables ambientes o lugares que se alimentan de nuestra luz a través de nuestra aura, éstos pueden encontrar su sustento en nuestros miedos, desesperación, ira, resentimiento, amargura, éstas entidades pueden llegar a “parasitar” prácticamente todo nuestro campo áurico. De ahí el nombre de parásitos astrales.


La mayoría de las entidades del bajo astral son seres que, vistos desde nuestra perspectiva, podríamos clasificar como neutrales. Es decir, criaturas que tienen su propia agenda y que rara vez se sienten atraídas o interesadas por el ser humano. Otras, en cambio, pueden ser extremadamente hostiles, y capaces de lastimar al viajero astral. Las peores, sin embargo, aunque también las menos peligrosas, son aquellas que buscan la forma de visitar el plano físico.


Y la única forma de hacerlo es adhiriéndose a un vehículo capaz de moverse en nuestro universo físico; es decir, pegándose a nosotros.





























El plano astral está compuesto, en realidad, por diferentes planos que se superponen; y mientras que los sustratos más elevados requieren de ciertas habilidades muy específicas para volverse accesibles al ser humano, los planos inferiores son un territorio extremadamente peligroso, precisamente porque se puede acceder de forma bastante simple, por ejemplo, a través de los sueños.


El sustrato inferior del plano astral, a veces llamado bajo astral, es básicamente un depósito de proporciones inconcebibles donde se almacena todo el miedo proyectado por la humanidad a lo largo de los siglos. Tanto aquellos que accedan a este reino a través de los sueños, o que deban ATRAVESARLA para DIRIGIRSE hacia las esferas más NEUTRAS y POSITIVAS, deben enfrentarse a las criaturas que lo habitan.


Todo encuentro prolongado con una criatura del bajo astral es una experiencia aterradora, que en ciertos casos puede sentirse como una pesadilla dentro de otra pesadilla, y que incluso puede tener consecuencias nefastas en el plano físico.


Si el ser humano los pensó, y tuvo miedo de ellos, entonces ellos existen en el bajo astral: demonios, fantasmas, monstruos, y un gran etcétera.


Hay entidades del astral con tecnología y colocan implantes


Insisto: el bajo astral es el depósito de todos los miedos colectivos de la humanidad. En este sentido, la forma en la cual la criatura del bajo astral aparecerá será de acuerdo a los miedos particulares del viajero.


Lo que las entidades del bajo astral desean es básicamente embriagarse de la energía y la luz que emite el cuerpo astral, y se sienten atraídos hacia él como polillas orbitando sobre una lámpara eléctrica; incluso de forma sumamente violenta si es que además detectan el germen de la duda y el miedo.


El ataque es, en última instancia, elemental y sin coordinación: el cuerpo astral puede repelerlo fácilmente al aumentar su frecuencia de vibración mediante pensamientos nobles; pero si siente miedo, dudas, tristeza, odio, o cualquier otro sentimiento negativo, lo único que hará es reducir su frecuencia vibracional, haciendo que sea más fácil para los seres del bajo astral adherirse a él.


El viajero astral experimentado puede atravesar el bajo astral sin siquiera ser detectado por sus criaturas más detestables; en general, al sincronizar su frecuencia vibracional en un estado de amor, compasión, coraje y esperanza. Si bien esto no los vuelve completamente invisibles para estos seres, impide que se acerquen, ya que los seres del bajo astral simplemente vibran en una frecuencia más baja.


Si bien es posible despegar a un ser del bajo astral de una persona determinada dentro de nuestro plano físico, lo que normalmente ocurre es que, durante una proyección posterior, sea el cuerpo astral quien logre quitárselo de encima al aumentar su frecuencia vibracional; o bien solicitando ayuda a las esferas superiores. Esto último se realiza de manera instintiva.


Caso contrario, la persona puede padecer en el plano físico toda clase de malestares físicos y psicológicos; desde cansancio crónico a la depresión, pasando por ataques de pánico, ataques de ansiedad, sensación permanente de inquietud, etc.


El último recurso, cuando todas las técnicas de proyección fracasan, es el enfrentamiento directo con la entidad del bajo astral. En Espíritus y almas no-humanas (Non-humans), la investigadora Dion Fortune explica de qué manera el cuerpo astral puede armarse para dar esta batalla.


En esencia, esta armadura astral se consigue al aumentar de forma consciente, no instintiva, la frecuencia vibracional del cuerpo astral. Mediante técnicas de meditación se puede acceder a un estado de total tranquilidad, de paz interior, que a su vez reafirma la matriz lumínica del cuerpo astral, compuesta de emociones nobles.


Posteriormente, se realiza lo que algunos investigadores denominan espada astral, que de hecho puede proyectarse o dirigirse de manera específica hacia aquellas entidades del bajo astral que estén haciéndonos daño, o bien lastimando a una persona en particular.


Es importante señalar que, si en algún momento de este peculiar combate, el sujeto siente miedo, solo logrará alimentar a la entidad del bajo astral con un mayor caudal de energía, de forma tal que para lograr que el enfrentamiento sea exitoso el sujeto debe prepararse durante el tiempo que sea necesario.


Joslid Salazar


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